¿Por qué nos desmayamos? La sorprendente utilidad evolutiva de la pérdida de conciencia

Aunque parezca una reacción extrema e incluso peligrosa, el desmayo —también conocido como síncope— podría tener raíces profundas en nuestra historia evolutiva. Lejos de ser un simple fallo del cuerpo, esta pérdida temporal de la conciencia podría haber representado una estrategia adaptativa con beneficios en contextos de amenaza, dolor o desequilibrio fisiológico.

¿Qué es exactamente un desmayo?

El desmayo es una pérdida breve de conciencia causada por una disminución transitoria del flujo sanguíneo al cerebro. Generalmente dura pocos segundos o minutos y suele ir acompañado de una recuperación espontánea. Las causas pueden ser diversas: estrés emocional, miedo intenso, dolor agudo, deshidratación, hipoglucemia o situaciones que provocan un descenso brusco de la presión arterial o la frecuencia cardíaca.

La hipótesis evolutiva del desmayo

Desde una perspectiva evolutiva, ningún rasgo biológico tiende a conservarse sin una utilidad significativa. ¿Cómo puede entonces una pérdida de conciencia momentánea representar una ventaja evolutiva?

1. Inmovilidad ante el peligro: la estrategia del “hacerse el muerto”

Una de las hipótesis más extendidas es que el desmayo puede actuar como una forma extrema de tanatosis, o inmovilidad tónica, observada en numerosos animales cuando se enfrentan a depredadores. Al quedar inerte, la presa puede parecer muerta, lo que en algunos casos desactiva el impulso cazador del depredador. En humanos primitivos, una respuesta similar podría haber reducido la probabilidad de sufrir ataques violentos al parecer inofensivo o no amenazante.

2. Conservación de energía y protección cerebral

Cuando el cuerpo detecta un desequilibrio grave —como una hemorragia, una bajada súbita de glucosa o un shock emocional—, el desmayo puede ser un mecanismo para proteger al cerebro. Al colapsar, el cuerpo adopta una posición horizontal que facilita el retorno venoso y mejora la perfusión cerebral, algo esencial para la supervivencia del órgano más importante.

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3. Reinicio del sistema nervioso autónomo

El síncope vasovagal, una de las formas más comunes de desmayo, implica una reacción desproporcionada del sistema nervioso autónomo. Aunque pueda parecer una falla del sistema, algunos investigadores lo ven como una especie de “reinicio” defensivo ante un estímulo abrumador, como el dolor o el miedo. Esta respuesta podría haber ayudado a prevenir daños mayores en condiciones extremas.

Evidencia actual: lo que dice la ciencia

Estudios neurobiológicos han mostrado que el desmayo no es una respuesta aleatoria, sino el resultado de una cascada perfectamente coordinada entre el sistema nervioso central, el cardiovascular y el endocrino. En particular, investigaciones con resonancia magnética funcional revelan activaciones específicas en regiones cerebrales asociadas con la regulación emocional y la percepción de amenaza.

Además, se ha observado que ciertas personas están genéticamente más predispuestas al síncope, lo cual sugiere que podría haberse conservado como una variante adaptativa en la población.

¿Un rasgo útil en el presente?

En el mundo moderno, desmayarse puede parecer más un inconveniente que una ventaja. Pero incluso hoy, puede tener un efecto protector. Por ejemplo, en respuesta a un trauma físico grave, perder el conocimiento puede reducir la percepción del dolor y disminuir el consumo metabólico. Sin embargo, su utilidad se ha vuelto más limitada y, en muchos contextos, representa un riesgo (como al conducir o manejar maquinaria).

Fuente: NYCT Amazings