Sólo 8 de cada 10 personas pueden ver esta ilusión óptica y la ciencia no tiene respuesta

Las ilusiones ópticas nos entretienen y nos ayudan a despejarnos un rato y a entrenar nuestro cerebro. Por lo general, la ciencia siempre tiene una explicación al porque nuestra cabeza reacciona de determinadas formas frente a esa ilusión, sin embargo, se han encontrado con una que no pueden explicar. A continuación, te contamos cuál es.

Ilusión sin explicación

Bautizado como “Ilusión del agujero en expansión”, consiste en una mancha circular, generalmente negra, que da la impresión de ensancharse como si el observador se adentrara en un túnel o un espacio oscuro. Solo alrededor del 80% de las personas logra percibirla, mientras que una minoría permanece inmune. La incógnita, que sigue sin respuesta, radica en por qué el cerebro de algunos individuos no reacciona ante este fenómeno visual del mismo modo que los demás.

Ilusión del agujero en expasión

El estudio, publicado en Frontiers in Human Neuroscience y dirigido por el psicólogo Bruno Laeng de la Universidad de Oslo, reveló que este efecto no solo engaña a la vista. También genera una reacción corporal: la pupila se dilata de manera automática, como si se estuviera entrando en una habitación con poca luz.

Los investigadores mostraron diferentes versiones de la imagen con variaciones cromáticas. Los resultados confirmaron que la ilusión es más potente cuando el círculo es negro, lo que provoca dilataciones pupilares marcadas. En cambio, los colores como azul, verde o rojo disminuyeron la intensidad del efecto e incluso causaron constricciones.

Ilusiones opticas, comunes y recreativas

Estudios y resultados

¿Por qué es importante estudiar este tipo de ilusiones? Porque es fundamental para entender cómo el sistema visual humano construye la realidad a partir de estímulos ambiguos. Las próximas investigaciones podrían arrojar luz sobre qué mecanismos fisiológicos o neurológicos explican por qué una parte de la población no percibe la ilusión del agujero en expansión.

Fuente: El Heraldo