En una jornada que debía celebrarse en honor a su oficio, Rosendo Ibáñez, un carpintero de 67 años, fue víctima de una estafa que lo dejó sin el dinero que había ahorrado para cubrir el pago de servicios básicos.
El incidente ocurrió cuando un hombre se acercó a su taller para comprar unas sillas que él mismo había fabricado. Tras la negociación, el supuesto cliente le entregó un billete de 200 bolivianos, alegando que no tenía el cambio suficiente. Confió en él y le devolvió el sobrante, pero cuando revisó el billete, se dio cuenta de que era falso.
“Me estaba ahorrando para pagar mi luz y agua”, relató Don Rosendo, visiblemente afectado. Aunque la cantidad sustraída no es considerable, para él representa un golpe emocional y económico significativo, ya que depende de la venta de sus sillas para sostener a su familia y cubrir los servicios básicos.
El carpintero indicó que los estafadores estaban en un vehículo y exigió la devolución de lo sustraído.