Los han encontrado enterrados en el hielo antártico, en las entrañas de animales marinos que habitan las fosas oceánicas más profundas y en el agua potable que se consume en todo el mundo.
También fueron hallados recientemente en los testículos de seres humanos.
Pero a la hora de fragmentarse en estos diminutos trozos que miden entre uno y cinco milímetros, los plásticos de colores brillantes lo hacen a un ritmo mucho más rápido que el resto, según un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Leicester, en Reino Unido.
De acuerdo a la investigación publicada en la revista Environmental Pollution, los colorantes incorporados a las fórmulas de los plásticos tienen un efecto significativo en su estabilidad.