¿Los microbios se están volviendo resistentes a los desinfectantes químicos?

Después de la pandemia de COVID-19, mucha gente se ha acostumbrado a emplear desinfectantes en el hogar de manera profusa y rutinaria para matar microbios peligrosos que puedan estar ahí. Pero quizá esto podría estar generando un efecto inesperado y potencialmente peligroso, a juzgar por los resultados de un estudio reciente.

El estudio lo ha llevado a cabo un equipo encabezado por Xinzhao Tong, de la Universidad Xi’an Jiaotong-Liverpool, una institución creada conjuntamente en China por la Universidad Xi’an Jiaotong, de ese país, y la Universidad de Liverpool, del Reino Unido.

Los autores del estudio recogieron 738 muestras de diversos entornos artificiales como líneas de metro, edificios residenciales y edificios públicos, así como de piel humana, en Hong Kong. A continuación utilizaron una técnica especial de secuenciación para analizar el contenido genómico microbiano y averiguar cómo los microbios se han adaptado al medio urbano, más hostil para ellos que el entorno natural, al menos en cuanto a que sufren más agresiones químicas que las que sufren sus parientes del campo.

El equipo identificó 363 cepas microbianas no identificadas previamente que viven en nuestra piel y en el entorno que nos rodea. Algunos de los genomas de estas cepas contienen genes para metabolizar productos manufacturados que son habituales en las ciudades y utilizarlos como fuentes de carbono y energía. Uno de estos casos es el de una cepa del filo Candidatus Eremiobacterota, de la que hasta ahora solo se tenía constancia de su presencia en suelos antárticos.

El genoma de esta nueva cepa de C. Eremiobacterota le permite metabolizar los iones de amonio presentes en productos de limpieza. La cepa también tiene genes que sirven para descomponer el alcohol residual que se encuentra en los desinfectantes comunes.

Los microbios que poseen capacidades mejoradas para utilizar los recursos limitados del medio urbano y tolerar productos manufacturados, como desinfectantes, tienen mejores expectativas de supervivencia que los de cepas sin esas mejoras, lo que favorece que en dichos entornos artificiales aumente la población de los primeros y disminuya la de los segundos, así como también que los primeros vean reforzada su evolución en tales entornos. Podrían, por tanto, plantear riesgos para la salud si son patógenos, tal como argumenta Tong.

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El Proyecto Microbioma Humano, puesto en marcha por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos en 2007, ha proporcionado a lo largo de los últimos años la primera visión de la diversidad microbiana de los seres humanos sanos y está explorando las posibles relaciones entre el microbioma y determinadas enfermedades humanas. Las imágenes muestran, en el sentido de las agujas del reloj, desde arriba a la izquierda: Streptococcus (crédito: Tom Schmidt); biofilm, de varias especies microbianas, del cuerpo humano (crédito: A. Earl / Broad Institute / MIT); bacterias del género Bacillus (crédito: Tom Schmid); y Malassezia lopophilis (crédito: J.H, CDC). El crédito de la imagen compuesta es: Jonathan Bailey / National Human Genome Research Institute / NIH)

El equipo identificó 11 cepas de Micrococcus luteus no caracterizadas con anterioridad, normalmente no patógenas pero capaces de causar infecciones oportunistas en personas inmunodeprimidas.

Los investigadores también caracterizaron dos nuevas cepas de Patescibacteria, conocidas como “nanobacterias”, ya que tienen genomas diminutos que no contienen muchos genes para producir sus propios recursos.

Algunas cepas de Patescibacteria se consideran parásitas, ya que dependen de hospedadores bacterianos para obtener sus nutrientes. Sin embargo, en este estudio, los investigadores descubrieron que una de las cepas de nanobacterias, recuperada de la piel humana, contiene genes para la biosíntesis de carotenoides y ubiquinona. Estos compuestos antioxidantes, que normalmente adquirimos, sobre todo los carotenoides, a través de la dieta, son vitales para los humanos. Esto sugiere una posible relación mutualista de esas bacterias con nosotros como sus hospedadores.

El estudio se titula “Diverse and specialized metabolic capabilities of microbes in oligotrophic built environments”. Y se ha publicado en la revista académica Microbiome.

El equipo investiga ahora la transmisión y evolución de la resistencia en microbios patógenos presentes en unidades de cuidados intensivos expuestas a prácticas de desinfección estrictas y extensivas. Esperan mejorar las prácticas de control de infecciones y aumentar la seguridad de los entornos clínicos para los pacientes y para el personal sanitario. (Fuente: NCYT de Amazings)

Fuente: NCYT Amazings